El artista plástico Miguel Palma Barcena recreó con plastilina la escultura de personajes de la conquista del Antisuyo.
Inspirado por el deseo de difundir la historia desconocida de nuestro país, la que debería ser enseñada desde nuestra niñez y que permitiría a las nuevas generaciones emular los grandes triunfos de nuestros antepasados, Miguel recreó con plastilina a cuatro personajes que no hicieron nada fácil la conquista del Antisuyo, zona en la que se encontraba Madre de Dios, en la época incaica.
Nos narra a través de su arte, la historía poco conocida de los guerreros Huinchincaina, Sinchi de los Manosuyos; Cantaguancuru, Sinchi de los Yanaximes; Nutanguari, Sinchi de los Chunchos y Gondin Xabana, rey guerrero del Antisuyo.
La conquista del Antisuyo
El Antisuyo
Fue uno de los suyos del Imperio incaico ubicado al norte del Cuzco. Comprendió parte de las yungas y la ceja de selva de las cuencas de los ríos Urubamba y Madre de Dios. La selva no pudo ser dominada por los incas, en las pocas incursiones en las tierras de ceja de selva o selva alta, dejaron huellas como la construcción de Machu Picchu.
Escultura de Huinchincaina, Sinchi de los Manosuyos.
Fue el primer capitán que los incas enfrentaron durante la conquista del Antisuyo.

Luego de que los Opataris se convirtieran en vasallos del Inca, estos confirmaron a Túpac Yupanqui, sucesor del Inca Pachacútec, la existencia de la legendaria ciudad conocida como Paititi, la cual los españoles buscarían años después con el nombre de El Dorado. Sin embargo, los Opataris seguían siendo leales a Gondin Xabana, rey guerrero del Antisuyo. Este último envío espías al Cuzco con la orden de que los Opataris volvieran a la selva, quienes obedecieron a su señor de forma inmediata.
Ofendido por este insulto, Túpac Yupanqui organizó un enorme ejército con el cual estaba decidido a conquistar el Antisuyo y encontrar Paititi. El Inca dividió a su ejército en tres columnas, la primera dirigida por él mismo, y las otras dos por sus hermanos Otorongo Achachi y Chalco Yupanqui.
Huinchincaina se enfrentó a Chalco Yupanqui y fue derrotado por el general inca. Mas tarde, Manosuyo se convirtió en una provincia del Imperio incaico.
Escultura de Cantaguancuru, Sinchi de los Yanaximes.
Fue el segundo capitán que los incas enfrentaron durante la conquista del Antisuyo.

Luego de dividir a su ejército en tres columnas, Túpac Yupanqui y sus hermanos entraron a la selva con el objetivo de conquistar la región. Esta aventura fue posible gracias a uno de los más valientes generales de la historia Inca: Otorongo Achachi, hermano mayor de Túpac Yupanqui. Este general había vivido casi toda su vida en la selva. Nacido con el nombre de Apocamac Inca, decidió cambiarlo en su adolescencia luego de matar un jaguar (otorongo en quechua), convirtiéndose en Otorongo Achachi (Antepasado jaguar).
Otorongo Achachi guío a la columna de Túpac Yupanqui cuando esta se perdió en la espesura de la selva. Asimismo, tenía una antigua rivalidad con Cantaguancuru, razón por la cual lo enfrentó en una feroz batalla. Al final, el Sinchi fue derrotado y el territorio Yanaxime paso a ser una provincia del Imperio incaico.
Como curiosidad, los Yanaximes eran conocidos por pintarse la boca y los dientes de negro. Por esta razón, esta nación era conocida como los “Bocas negras”.
Escultura de Nutanguari, Sinchi de los Chunchos.
Fue el último capitán que los incas enfrentaron durante la conquista del Antisuyo.

Cuando las tres columnas del ejército Inca finalmente se reunieron, Túpac Yupanqui y sus hombres habían llegado al país de los Chunchos. El Sinchi que gobernaba este extenso país era Nutanguari, quien estaba decidido a detener el avance de los incas. En un primer momento, la situación parecía estar a su favor. Luego de numerosas batallas, el ejercitó Inca se encontraba debilitado y reducido de forma considerable. Sin embargo, Túpac Yupanqui hizo uso de su extraordinario liderazgo para arengar a sus tropas y así poder enfrentar los últimos obstáculos antes de conquistar la región. Sorprendidos por la determinación de los incas, las fuerzas de Nutanguari retrocedieron, permitiendo al ejercito incaico ganar el apoyo de algunas tribus locales. Humillado, Nutanguari desafío al Inca a una pelea cara a cara para subir la moral de sus tropas. Sin embargo, el desafío fue aceptado por el primo menor del Inca, también llamado Túpac. Luego de una lucha tenaz, Nutanguari fue derrotado y los incas acabaron con el último foco de resistencia del Antisuyo.
De ese modo, Túpac Yupanqui y su ejército encontraron el río que, según la leyenda de Paititi, los llevaría a la legendaria ciudad. El Inca llamó a este río Amaru mayo (Río serpiente), conocido en la actualidad como río Madre de Dios.
Gondin Xabana, rey guerrero del Antisuyo, junto a los Sinchis: Huinchincaina, Cantaguancuru y Nutanguari.

Apenas llegaron al Amaru mayo, Túpac Yupanqui ordenó a sus soldados que construyeran balsas enormes para recorrer el inmenso río. De esta forma, los incas podían transportar de treinta a cincuenta hombres por balsa y asegurarse una buena defensa frente al ataque de los chunchos que seguían siendo leales a Gondin Xabana. Armados con arcos y flechas, los chunchos de ambas márgenes del río libraron varias batallas contra el ejército Inca. Sin embargo, los cuzqueños lograron imponerse a sus enemigos. Llegados a este punto, el rey guerrero dirigía personalmente a sus hombres, en un último intento de exterminar al ejercito Inca. Túpac Yupanqui enfrentó a Gondin Xabana en una encarnizada pelea en pleno río y lo derrotó. Herido y débil, Gondin se arrojó al río y nunca fue capturado o confirmado muerto. Este hecho, solo acrecentó la fama del rey guerrero como un poderoso hechicero capaz de transformarse en diversos animales para poder escapar de la muerte. Al final, luego de numerosas dificultades, Túpac Yupanqui y su ejército sobreviviente con apenas unos miles de hombres, conquistaron el Antisuyo y encontraron Paititi, aunque la leyenda no resultó ser lo que imaginaban. En efecto, Paititi no era una ciudad, sino el nombre de un río que confluía con el Amaru mayo. Y aún más importante, la ciudad legendaria era en realidad un reino, el reino de Musus.
Sobre el artista Miguel Palma Barcena
Es traductor e intérprete de la Universidad Ricardo Palma, cursa Derecho en la Universidad de Burdeos, Francia. Ha realizado una exposición de esculturas en plastilina titulada «Las grandes figuras del derecho francés» en la Universidad de Burdeos y actualmente prepara una segunda exposición de esculturas dedicada al Imperio de los incas, de la cual forman parte las esculturas presentadas en este artículo.
Para conocer más del trabajo que realiza Miguel, puede seguir su cuenta de Instagram @ikepalma.
Fuentes bibliográficas:
- Del Busto, José Antonio. Túpac Yupanqui.
- Garcilaso de la Vega, Inca. Los comentarios reales de los Incas (Libro séptimo, capítulos XIII y XIV)
- Cabello de Balboa, Miguel. Miscelánea Antártica.
- Sarmiento de Gamboa, Pedro. Segunda Parte de la Historia General llamada Índica.